Artículos / Ruido
Por: Andrés Núñez Rubiano
Hoy en día el mundo nos demuestra como el ruido es un elemento nocivo para nuestro vivir. El ser humano lamentablemente no es consciente de las diferentes consecuencias físicas y no físicas que puede generar el no cuidar nuestro sistema auditivo. Todos conocemos el significado de ruido, e inclusive de forma natural nuestro cuerpo envía mensajes de advertencia cuando estamos expuestos a elementos sonoros nocivos. Hoy en día nuestra cultura nos obliga a ignorar “el que tan fuerte es demasiado fuerte un sonido” y “cuanto tiempo es demasiado tiempo la emisión de éste”, resultando daños permanentes en la audición.
La mayoría de personas conocen los efectos auditivos cuando estamos en un espacio donde genera demasiado ruido, pero pocas personas conocen sus efectos no auditivos. Nuestro oído es un órgano muy inteligente, recuerden que tiene una conexión directa con nuestro cerebro gracias a sus nervios auditivos y el conducto endolinfático. Este órgano tiene un protocolo de seguridad complejo, indicándonos de muchas formas cuando una persona tiene un riesgo de pérdida de audición temporal o permanente. Gracias a sus elementos de protección, el sistema auditivo es capaz de crear barreras para proteger nuestro órgano de escucha reduciendo el nivel de recepción hasta un 60%, este porcentaje se trabaja en diferentes tiempos, dando oportunidad de que una persona se aleje de la fuente sonora lo más pronto posible. Un buen ejemplo para recordar los efectos auditivos generados por una sonido excesivo es cuando una persona sale de un lugar con niveles de presión sonora alta (Discoteca, concierto musical, etc…) y siente el fenómeno de reducción de escucha o la reacción de: "Oidos tapados" (Esta es una buena explicación de ¿qué tan fuerte es demasiado fuerte?). Esta reacción física es la protección que ha empleado nuestro oído para proteger el sistema de escucha. En la mayoría de casos, el hombre ignora la advertencia del sistema de protección y deja prolongar el tiempo de emisión, dando como consecuencia a un desplazamiento permanente del umbral de audición y como resultado nuestro sistema de protección de escucha genera el reconocido "Pitico agudo", dando a entender que nuestro oído alcanzó el umbral del dolor (120 dB) o estaba a más de dos horas con 92 dB, a más de 30 minutos a 98 dB, 3 minutos a 110 dB ó 30 segundos a 116 dB (Explicación: ¿Cuánto tiempo es demasiado tiempo?).
También resulta muy importante el destacar los efectos no auditivos en forma psicopatológica. Las consecuencias que tiene nuestro cuerpo humano a más de 60 dB con un tiempo de emisión largo dan como resultados a diferentes reacciones: dilatación de las pupilas, parpadeo acelerado, agitación respiratoria, aceleración del pulso, aumento de la presión arterial, dolor de cabeza, poca irrigación sanguínea, mayor actividad muscular especialmente en el cuello y la espalda dando como resultado tensión y dolor. Si nuestro cuerpo está recibiendo niveles de presión sonora mayores de 85 dB, tenemos como consecuencias procesos físicos más complejos: disminución de la secreción gástrica, riesgo cardiovascular, aumento de glucosa en la sangre, entre otros. Si juntamos todos estos fenómenos no auditivos también tenemos una reacción desde un punto psicológico como es: fatiga, estrés, depresión, ansiedad, irritabilidad, histeria y hasta una falta de deseo sexual.
Recordemos que nuestro oído es el órgano más importante de la comunicación, gracias a él recibimos emociones y sensaciones. El cuidar nuestro oído no solamente ayuda mantener un buen escucha, sino también nos ayuda a tener una buena orientación espacial, previniéndonos de un peligro cercano o lejano y el disfrutar, entender, asimilar y el sentir el mensaje expresado por el emisor.
contacto@psicoacustica.com